WILCO - YANKEE HOTEL FOXTROT


Disco publicado en abril de 2002


No hay paz en la pradera. Aquel Wilco de Jeff Tweedy arrancó con las manos el pasto difícil de sus días musicales y logró remover las entrañas de sus raíces y producir un album que rompió con las nostalgias campiranas del country y le dio un concepto de vanguardia que mereció aplausos al unísono.

             

Yankee Hotel Foxtrot surge de la pelea. Wilco salió perjudicado por los despidos masivos de la disquera Warner en aquel 2001, y su cuarto album de estudio fue visto con desdén. La filial Nonesuch lo rescató de las tinieblas y en retribución logró vender más de 600.000 copias y figurar en buenas posiciones de listas.

El album es un penoso viaje de conflictos internos, culpas, arrepentimientos y fugacidad de optimismo. Se reconoce un sonido de alcohol lúcido, entre la raíz country pero con nuevas atmósferas de corte psicodélico. Es soportado por el genio difícil de Jay Bennett, las teclas nostálgicas de Leroy Bach, los frescos tambores del recién ingresado Glenn Kotche y la complicidad perenne del bajista John Stirratt.
Wilco, o la tempestad pasiva.
El album abre con pompa estelar. Casi al estilo Beatles del 67, 'I am trying to break your Heart' juega con pianos suspensivos, recursos efectistas, producción cuidadosa y una soledad vocal de Tweedy que clama por calor humano. Pura opulencia musical de desolación personal en la banda de Chicago.

Gran parte del disco se ciñe a quejidos y desencuentros del alma. El soft rock de "Kamera" es mirada interna a un ser sin rumbo; "Radio Cure" es pura tristeza enajenada ligada a las cuerdas acústicas;  entretanto aparece su himno "Jesus, etc" pregonando un negativismo dulce, bajo unos violines de alivio y ruralidad serena, 'Bitter melodies turning your orbit around'.

Jeff Tweedy, el trago virtuoso de la  amargura.
En medio del fragor de las botellas y el lóbrego corazón aparecen brillantes lamentos de país. Extraída de la época hippie viene "War on War", entre guitarras nostálgicas psicodelia para renegar de las causas perdidas del conflicto, 'You have to learn how to die'; la lentitud potente de "Ashes of american Flags" es un punto alto del disco, crítica al vacío consumista actual; y "Poor places" es el último recurso donde el placer se hace deprimente.

El sufrimiento viene envuelto en parsimonia. Yankee Hotel Foxtrot lo padece con brillo.


GRAN TRACK. La muerte lenta de "Reservations" es un angustioso capítulo final del disco que se resuelve con musicalidad excelsa. Un conflicto interno de Tweedy que revela su ineptitud para amar. 'I've got reservations About so many things But not about you'.


MAL TRACK. No es pista mala. De hecho, es un rock and roll hasta divertido. Sin embargo, "Heavy Metal Drummer" es un retrato de remembranza adolescente demasiado blanco para un disco con una carga melancólica tan poderosa.



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