VELANDIA Y LA TIGRA - ONCE RASQAS

Disco publicado en 2009

El rebuzno más original de la música en Colombia proviene de Piedecuesta, Santander, donde conjuga en armonía la montaña con el concreto. Esa geografía logra interpretar un poco la personalidad de Edson Velandia, músico atrevido, hijo del verso silvestre, que enmarca sus frases de machete entre compases progresivos, destiempos virtuosos y un desparpajo campirano que se ha colado con pericia en el circuito independiente de la música nacional. Llegó el tiempo de la rasqa.

              

Antes de conformar su propio sonido, Velandia exploraba con Cabuya, banda que contribuyó a inseminar los sonidos de fusión en la década del 2000, y de la que heredó algunas salpicaduras tropicales. Desprendido de aquella experiencia, su propio proyecto se adhirió más a las raíces, se concentró en guitarra, trompeta y algunos samples de orden popular.

Alaridos de verbena en corbatín vienen en la trompeta del 'León' Pardo, el bajo callado pero cuidadoso de 'Cabeza de Hacha' Daniel Bayona, la batería de Daniel Botello (predecesor del 'Cachetón' Rincón) y los artificios digitales de DJ Trucha decoran el universo creado por el hijo de un Burro y una Tigra, que publicó su album debut en 2009 y rompió con muchas convenciones del sonido fusión en el territorio nacional.
La Tigra, los Pirobos de la Montaña

Once Rasqas es el alarde popular, la serenata de alpargata, el desenfado provinciano. La personalidad del burro con ínfulas viene abriendo el disco: "El Sietemanes" es tropicalismo rasqa, pavoneo de poder pueblerino, 'el vengador de los chibchas'.  Ese personaje jactancioso vibra en alcohol de guacharaca con "Perra", y se inventa un eje del mal de ruana con "La Mafia del Aguacate", 'Muéranse bueyes que llegó el tractor'.

Velandia también ama las causas perdidas. Es un espíritu hippie sin futuro con musicalidad de animoso infortunio. En "Ánima" el alboroto musical se desahoga en miseria, 'Se me tumba el techo se me moja el lecho'. Sus juegos melódicos a 3/4 con sabor a guarapo encierran lírica vulnerable en "La Cuña", 'Todo santo carga su culpa, Todo Guapo tiene su arrisque'. Y con provincial prestancia se trepa en un épico manifiesto del perdedor, que proclama 'Brindemos por el fracaso' en "Farra Garrotera".
El hijo del Burro y la Tigra

El toque secreto de Velandia viene con sus aires y desaires románticos. Su copla de arraigo montañero y poética labriega carga con una fuerza difícil de ignorar. "Fantasmagórica" es distinta, poderosa y de lamento expectante, que en vivo es una descarga de brutalidad filosa donde 'lánguida dejo mi vida agónica'. "Flor Morena" es un suspiro corto, medio surreal, evocador y fúnebre, digno de desamor.

El debut de Velandia y la Tigra es la firmeza bucólica que logró conquistar la dureza citadina.

GRAN TRACK. Maestría lacrimosa de acordeón se despacha en "Déjo", hermoso lamento de desamor que va trovando y penando con melancolía rasqa, 'Linda mujer que me da dolor/ Quemé lo que me dio, que lo que no me dio, no hay'.

MAL TRACK. La guitarra esperanzadora y la lírica nómada de "Barajas" es un tema sencillo con jugueteo de teclado, pero sin la fuerza o melancolía suficiente para sobresalir en el disco.




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