THE MAGNETIC FIELDS - 69 LOVE SONGS


Disco publicado en septiembre de 1999


Hablar de amor es un tópico en la música. Hablar de amor en 69 canciones de un mismo álbum no lo es tanto. Y hacerlo bajo la osadía instrumental de ukuleles, banjos, xilófonos, mandolinas y cellos es aún menos común. Stephin Merritt es el conspirador de este tour de triple álbum que logró remover el ambiente de la música independiente de entonces, aquel 1999 de 69 Love Songs.

                   

The Magnetic Fields es la divertida melancolía americana. A través de la ironía, instrumentos de juguetonas melodías y un espíritu libre que rueda entre el lo-fi, el indie pop, el folk, los synths y hasta el country, logran abrir un universo propio lleno de paradojas sentimentales y fatalismo tierno. Merritt se encarga de crear un ámbito devastado por la evocación de romances perdidos con letras recursivas, analogías creativas y un interés continuo en desentrañar los laberintos del amor.

Hacer el recorrido por este disco triple es una montaña rusa de divertimento, desencanto y lágrima bien vestida. Merritt logra sumergirse en aires de desamor con un estilo Johnny Cash ("I don't believe in the sun"), declararse culpable de estar enamorado en rock melancólico ("Crazy for you but not that crazy"), jugar con la experimentación entre los cellos de Sam Davol ("I Shatter") y autoflagelarse para no dejar su amor perdido ("I don't want to get Over you"). 'I guess  I should take Prozac, right / And smile all night'.


La divertida melancolía. The Magnetic Fields en 1999.
Merritt no está solo en esta exploración del amor. Shirley Simms exhibe su voz dulce al mejor estilo de Fleetwood Mac en la desazón ("No one will ever Love you"), se devuelve a los 60s con las guitarras de John Woo y las reminiscencias de amor culpable (I'm Sorry I love you") y hace evocaciones surreales en raros synths ("Strange Eyes").

Claudia Gonson, la pianista, impone cuotas estilo sesentas desde voz femenina inconforme con los hombres ("Sweet-lovin man"), rinde tributo a la lágrima sintetizada ("If you don't cry") y le canta al amor material desde un acordeón de café bar en "Zebra", 'And the rest of our lives is one long honeymoon / Well, that doesn't mean we're in love'.


Stephin Merritt, el rey de los amores difíciles
Mientras Merritt se sumerge en el pesar de voz grave, cuenta con escuderos musicales como LD Beghtol, quien adereza el banjo suplicante de su clásico "All my little words" y la nostalgia solitaria de "Bitter tears", 'And the only beauty here is the moon seen through the tear'. Dudley Klute es el otro componente vocal que refuerza las inseguridades románticas de piano ("Very funny") y los reggaes despechados de bajo perfil ("It's a crime), 'My mother said gently, you can buy her a Bentley / But my son, she'll only drive away'.

Lo curioso del tema es que hay que realizar arqueología lírica para encontrar en alguna de las canciones de Merritt un ápice de adoración optimista. Generalmente es un amor sumiso, ultrajado, no correspondido o difícil de soportar. La maratón romántica del disco se resume en su ya clásico "Book of love", la balada que consolida al amor como el problema y solución de nuestras vidas, 'The book of love is long and boring... But I love when you read to me / And you, you can read me anything'.


Las ironías, fechorías y picardías del amor se compilan en el brillo lírico de 69 Love Songs.




GRAN TRACK.  El piano solemne y virtuoso de "My Only Friend" que homenajea a Billie Holiday es una hermosa pieza de desencanto. Corta, melancólica y brillante. 'Sing me something terrible / That even dawn may come / You and me, we don't believe in happy endings'.

MAL TRACK.  Merritt se aventura a jugar con distintos géneros musicales para mostrar el amor desde sus melodías en pistas cortas de punk, jazz, world o experimental. Son prescindibles en el disco.


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