WAR - THE WORLD IS A GHETTO


Disco publicado en noviembre de 1972


War es combustión. Lenta, progresiva, sorprendente. Una amalgama de sonidos de corte y confección elaborados que van encendiendo los parlantes al paso de los minutos hasta que sus jammings rompen en éxtasis. A pesar de sus numerosos cambios de integrantes, la banda de Long Beach ha logrado reventar amplificadores funky con todas sus alineaciones. Uno de sus momentos más estelares fue The World is a Ghetto.

                 

Eric Burdon ya se había hecho a un lado. El tecladista Lonnie Jordan era el capitán de esta Guerra musical, junto al guitarrista Howard Scott. Su pelotón era pura artillería efectiva: BB Dickerson en el bajo funky, Harold Brown en batería, Papa Dee Allen en el respaldo de percusión, Lee Oskar en la armónica y un componente esencial, Charles Miller, el viento salvador. Con All Day Music (1972) ya habían encontrado una independencia de Burdon y se encaminaban a hacer su propia cruzada.

The World is a Ghetto es un album despacioso, conspirador de alucinaciones sonoras, canciones largas, suspensivas y audaces. El funk y black rock vivaz e influyente de Curtis Mayfield, Funkadelic o Sly and the Family Stone encontraba cierta calma bailable en este disco. No se animaron a la velocidad y no se fueron al zapateo desgastador.  Le apostaron a la riqueza armónica, a los jammings inimaginables y cabeceo continuo. Y les funcionó muy bien, siendo el album más vendedor de 1973.

Guerreros del funk: War.
Solamente son seis canciones. Pero es un tour largo e impredecible. Su primer tema es su gran hit del disco. "Cisco Kid" es una cabalgata de funk lento de wah wahs y vientos que homenajea al cowboy chicano de los años 50, un héroe étnico que War trae a colación para brindar universalidad a los paladines estereotípicos. Luego viene un mix de gospel, R&B y funk para darnos una sopa de soul compacta en "Where Was you At", de notables improvisaciones, gran trabajo en armónicas y sorpresivos cambios de tempo, en un claro reclamo amoroso con dosis de sarcasmo, 'Let me tell ya now, a dog is a man's best friend... But canine can't be mine'.

La mitad del disco es un viaje psicodélico sin prisas, envuelto en funk enriquecido en texturas. "City Country City" es una travesía a dos tempos entre la ruralidad apacible y la convulsión citadina, con el saxo de Charles Miller incitando al movimiento y las teclas de Lonnie Jordan embelleciendo la demencia, una pieza voraz de negrura magistral. La siguiente pista es psicodelia western, en "Four Cornered Room" la guitarra de Scott se llena de arena y la atmósfera se hace tribal entre cánticos de armonía y un viaje cósmico de continuo cabeceo, 'We took our time to think and talk/ For a much better understanding'.
Howard Scott, el administrador del wah wah.
El tema titular del album es el que tiene más voces. Funky lento, bajo espeso, saxo virtuoso, wah wah compañero. Un refuerzo musical a las verdades negras de todos los tiempos que reclama pero que al tiempo concilia, 'Don't you know it's true/ That for me and you/ The World is a Ghetto'. El cierre con "Beetles in the Bog" es una tonada marcial al compás de Harold Brown y la anexión de instrumentos con cantos de estilo gospel, en un estallido final de guerra pacífica, sonora y psicodélica.

War creó un fuego cruzado de instrumentos que espantó a la muerte. Explosión de vitalidad funk.



GRAN TRACK. En "City Country City" el viaje musical brinda la oportunidad de protagonismo a todos los instrumentos. Una bien lograda mescolanza entre la evocación, el reposo, la efervescencia y la demencia.

MAL TRACK. El disco es mas bien parejo, sus canciones parecen conectadas, parece que ninguna fuera invasora con la otra. Curiosamente la menos fuerte puede ser la más conocida, "The Cisco Kid".


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