ARCADE FIRE O LA TRISTEZA ENERGÉTICA : CROWN OF LOVE

No hay felicidad sin tristeza. La ambigüedad musical temprana de Arcade Fire siempre nos mostró que la lágrima debe ir de la mano con el zapateo eufórico y que la pérdida solo es un abrebocas a nuevas fortalezas. En 2004 los canadienses debutaron con un disco que se coloreaba de lobreguez, una inmensa pena en violines, acordeones y una voz lastimera que en el subtexto se desbordaban en amor, rabia feliz y ganas de desatarse la corbata y bailar hasta que se transpire el desasosiego.

                      

 Funeral es un hermoso obituario musical, disco indispensable de comienzos de milenio. Todo el pesar se recoge en sublimes arreglos de cuerdas, pianos que lloriquean teclazos celestiales y las guitarras que refuerzan con cólera sabia aquella atmósfera lúgubre que mastica algo de desparpajo juvenil. El ejemplo más poderoso y vital del LP es "Crown of Love", una balada que viene de las catacumbas y va subiendo al cielo con el paso de los minutos. Win Butler canta con pesar heroico mientras los violines de Sarah Neufeld y Owen Pallett y el cello de Michael Olsen se derriten en virtuosismo solemne y el acordeón de Regine Chassagne se emborracha despacio y carraspea fuelles de desamor, hasta que al final el salón auditivo explota en partículas de ímpetu y el rock revienta hasta conjugar el alborozo con la amargura y ser uno solo. 

La canción es un amor imposible de olvidar, grabado en el cuerpo, instalado como un virus residente que no da concesión y no se resigna a marcharse. Butler se lamenta insistente en retomar un idilio no correspondido, donde la indiferencia es el castigo permanente y su voz intenta revivir una chispa que se desgastó en el pasado, un despecho que no respeta consecuencias y al que rendirá tributo hasta el otro lado del mundo. Una hermosa rotura ventricular sin retorno.

"I carved your name across my eyelids

You pray for rain, I pray for blindness"


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