EL IMAGINARIO DE GEORGE HARRISON : BALLAD OF SIR FRANKIE CRISP

A George Harrison le hacía falta soltar su cauce particular. Creativo, espiritual, sensible y tan brillante como Lennon o McCartney, el ex-Beatle hizo y deshizo con aquel All Thing Must Pass (1970), un album triple que liberó la rienda hare krishna, incorporó todo el desahogo guardado antes de su etapa solista e  introdujo jams fantásticos con nombres musicales gruesos -entre ellos Eric Clapton- que le agregaron épica a aquella ambición involuntaria y que levantaron en hombros a un Harrison dueño de su propia marca y universo. Dentro de aquel vasto espectro cabe la opulenta e imaginativa "Ballad of Sir Frankie Crisp".  

                       

Un sabor nostálgico a la era Beatles, con la producción cargada pero efectiva de Phil Spector y una pléyade de músicos cómplices de esta suntuosidad ceremoniosa: Pete Drake, Billy Preston, Alan White, Bobby Whitlock, Gary Wright y Klaus Voorman, invitados a un bello banquete de arpegios, reverbs y pianos de melancolía elegante. George envuelve con su voz dulce y permite que el slide guitar germine atmósferas, poco a poco construye un castillo del siglo XIX de interminables jardines, con fuentes y duendes de mundos posibles.

Harrison y sus gnomos en Friar Park

La canción es un homenaje a Sir Frankie Crisp, antiguo propietario de Friar Park, la residencia de George Harrison en Oxfordshire al momento de grabar el disco. En aquellos jardines salió la tapa del album con gnomos rodeando a George, de los que se dice eran los otros Beatles, ausentes y presentes. Sin ser la letra más espiritual, es un idílico recorrido por la casa, jardinería de corbatín, manantiales cristalinos, corredores eternos de fábula y el espíritu de un abogado Crisp que le cedió un universo fantástico a Harrison para explotar su máximo genio individual, el que necesitaba ensamblar para una inmortalidad propia.

"To the fountain of perpetual mirth / Let it roll for all it's worth"



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