En los tiempos que el indie rock reventaba los parlantes y las listas aterrizó la frescura híbrida de Vampire Weekend. Debutaron con un trabajo homónimo, revolcado en veloces compases de indie pintado de afro, arreglos de pop de cámara y una voz dulce, aguda pero algo pícara de Ezra Koenig que era puro mentol para los oídos juveniles. Violines, clavecines, teclados, corbatines con bermudas desde Nueva York y una pilatuna musical incorregible pero limpia lo hicieron uno de los debuts más sólidos del 2008. A partir de ahí solo hicieron crecer la leyenda con trabajos como Contra o Moderns Vampires of the City.
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Sin querer queriendo terminaron siendo el Graceland de Paul Simon de los 2000s. Pero allí también se guardaba una dulzura solemne y muy bien acompasada con "I stand Corrected". Bajo el dominio hipnótico de Rostam Batmanglij con teclas psicodélicas y juegos de producción entre violines y cellos que la magnifican, estalla una linda cabalgata en la que van montando Chris Tomson y Chris Baio con sus instrumentos y la convierten en un viaje de redención donde hay candidez pero también un ánimo de escape feliz.
En ese juego de ser indie, barroco o simplemente ávido de soltar melodías, Ezra solo quiere liberar culpas y hacerse a un trote ágil y revitalizador, un camino a reconocer errores y continuar su trayecto. Dos minutos que quieren recuperar la armonía mientras repican los tambores para sacudir los sentidos y abrirle espacio a la absolución.
"No one cares when you are wrong
But I've been at this far too long
To act that when we should be
In perfect harmony"
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