EL ESPECTRO SINTÉTICO DE BRIAN ENO : SPIRITS DRIFTING

Brian Eno es sinónimo de vanguardia. Su oído galáctico se estira entre las atmósferas y construye edificios de glam rock, astucias experimentales y ambient. El británico de Suffolk es una cabeza que titila ideas sueltas, algunas abstractas, otras más accesibles. Se formó en Roxy Music y junto a Bryan Ferry fueron determinantes en el desarrollo del glam rock entre la lentejuela, la elegancia atrevida y el poder de su debut. Vendría luego su periplo solista con Here Come the Warm Jets elevando el glam al sonido de avanzada junto a Robert Fripp, luego Taking Tiger Mountain consolidando su inventiva osada y entrando en la puerta de la transición al ambient con Another Green World.

 

Era 1975. Eno comenzaba lentamente a despojarse de su antigua relación con el riff de guitarra y entró en una etapa de intimidad melancólica, etérea y reposada. Ese 'mundo verde' iba encontrando su rumbo entre piezas crepusculares, sin prisa, donde rondaba la introspección. Gente importante del rock progresivo y avant-garde se movió por allí: Phil Collins, Robert Fripp, John Cale, Rod Melvin. Sin muchas letras (y todas construidas desde la espontaneidad ininteligible), fue aquel lento camino al momento ambiental de Brian Eno y una implosión emocional en las melodías.


En el cierre del album está "Spirits Drifting". Synths espectrales que abren la compuerta de la desazón virtuosa, donde hay miedo y fascinación en simultánea, como un animal cambiando de piel, despellejándose para entrar en un estado etéreo, lumínico, que se deshace con el vaho. Eno genera un acento de pesadumbre virtuosa que inquieta y cautiva, un castigo angélico y elaborado a punta de teclas que genera una lágrima interior confortable y al mismo tiempo arde en densidad. Esa amalgama de sonidos que abrió una herida resplandeciente para siempre y que hoy en día se conoce como ambient.

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