EL LLAMADO TERRENAL DE JOHN MAYER: GRAVITY

Salir de la zona de confort y aterrizar en un terreno más rugoso pero que respira redención. Los caminos del pop que comenzó a cultivar John Mayer en su carrera le dieron réditos y los debidos reflectores para ser motivo de masas, pero el compositor de Connecticut quería conectar esa accesibilidad a la raíz, transportarse hacia el blues, explotar mejor su guitarra y darle a su pop un aire de distinción con cierto sabor a antaño pacífico. Una adultez que encontró sosiego en Continuum de 2006, un viaje a ciertas esquinas sonoras familiares a Eric Clapton, B.B. King o Buddy Guy.

 

Mientras Mayer encontraba ese camino melódico más maduro apareció "Gravity". Un viaje lento, de limpia melancolía, sentido y sofisticado, blues en el patio adulto contemporáneo gracias a la suavidad vocal de John. Una experiencia parsimoniosa de batería y bajo que arrullan con elegancia, la voz va reflexionando sin apuro pero con interés y la guitarra acompaña en la acera con cuerdas sabias, evocadoras del blues de alma serena. La canción va muriendo lentamente con los murmullos apacibles de Alicia Keys. Una brisa reflexiva que invita a la contemplación del cambio.

La intimidad de hombre y guitarra en un solo paisaje: John Mayer

La ducha fue compañera inspiradora de John Mayer, donde el agua le ayudó a poner los pies en la tierra. Un encuentro interior con sus errores históricos, llamado a aplacar la pretensión y desviar la mirada avara, explosiones románticas intensas sin buen final, ambiciones desbordadas sin límite, ir por el doble con desmesura y tocar el límite de las nubes para reconocer una caída libre hacia la ruina. La guitarra, aunque moderadora del ímpetu, en su solo manifiesta la gravedad de la codicia y emplea la palanca de la pausa para retomar el camino a la velocidad y el ritmo necesario. Un llamado terrenal a caminar aterrizado.

"Gravity is working against me

And Gravity wants to bring me down"

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