Cuando el reggae necesitó una introspección alucinatoria apareció el dub. Y cuando quiso tomar más cuerpo apareció su comunión con la electrónica. Siempre habían trabajado en llave entre sus cadencias lentas e hipnóticas, en paisajes de playa caleidoscópica interminable. Hasta que apareció Strip to the Bone en 1999 y dio un paso más allá.
Sly Dunbar es la garantía de los tambores listos para aderezar el caribe. Robbie Shakespeare, la notoriedad del bajo para llevar el ritmo. Los dos curtidos en experiencias con gente grande del paisaje musical como Peter Tosh, Black Uhuru o Bunny Wailer. Inquietos con la programación y la exploración de sonidos más allá del reggae conformaron un dúo listo para esparcir la atmósfera. Pero completaron una trinidad con Howie B, aquel productor electrónico escocés listo para sacudir el universo con novedad.
Jamaica es la raíz de este coctel experimental lleno de ritmo, golpes metálicos y cabeceos etéreos. Un album sin letras, que abandona la naturaleza análoga y se entrega a la magia electrónica (con algunas nostalgias instrumentales) metido de cabeza en una factoría de ruidos, ambientes y texturas interplanetarias que conducen a otros estados del ser, un viaje catártico de ida y vuelta con germen isleño y afecto digital. En algunos círculos llamado dubtronica.
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| La sección rítmica más respetable del universo dub. Sly & Robbie. |
La mayoría del disco es un trabajo de ingeniería mecánica provista de artefactos altisonantes y máquinas rechinantes. "Superthruster" es propulsión de sierras musicales entre un compás funk, ensamble de chispas y herramientas. El martilleo continúa en "Fatigue Chic", obreros trabajando en producción tecnológica de alta gama, el bajo baila, la percusión castiga y la electrónica articula. La acidez laboriosa prosigue en "Into Battle", marcha progresiva de un dub fogoso que va en crescendo y se va enlazando entre piezas digitales cómplices de este baile industrial. Una fábrica de sabores resonantes.
El mecanismo industrial se relaja en algunos pasajes y hay canciones de corte más isleño. El olor a Jamaica se siente más en "Ballistic Squeeze", sustancia reggae original y nostalgia del recorrido musical del dúo rítmico. Como un dancehall subterráneo aparece "Exodub Implosion", intimidad rítmica a buena velocidad, infestada de teclados de fábrica pero con la esencia insular en el interior. Y en un curioso ensamble se manifiesta un componente latino en "Softcore Surge", piano suelto y producción sencilla untada de arena playera, casi un mambo desenvuelto, mestizaje analógico en medio de la revolución industrial.
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| Howie B, la vanguardia de los organismos digitales |
La faceta dub del album va de la mano con la filigrana electrónica. "High Voltage Syndrome" contrasta con su título y es una experiencia etérea de pulcra ingeniería, hipnosis de finos detalles sonoros. "Zen Concrete" mantiene la densidad y se acerca a un universo meditabundo, microorganismos siderales adaptados al dub. La presencia de Howie B es notoria en el goteo espeso de "Major Magic", trip hop viajero, cadencioso, efectivo. Y la cereza de este pastel de texturas se cierra con "Stripped to the Bone", zarpazos puntuales de electrónica bien confeccionada con algo de breaks, programación precisa y ritmo vanguardista. La densidad en su mayor punto de sofisticación.
Strip to the Bone es la espesura profunda del viaje sonoro, un tremendo disco que abre el milenio en una conjunción magnífica de dub, reggae y electrónica.
GRAN TRACK. La abrasiva maquinaria de "Drilling for Oil" es delirante. Una perforación bailable al dub más metálico, construido en progresiones de elementos electrónicos y adhesión de instrumentos, sustancias y sensaciones sonoras. Todo un trabajo de ingeniería musical, manufactura caribeña a la vanguardia.
MAL TRACK. "Psionce Merge" no tiene la misma búsqueda sonora de las otras piezas. Aunque se encuentra en los estándares de calidad de otros discos de Sly & Robbie, esta canción es la que menos aporta a la revolución sonora que propone el album.
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